
Israel es la Única Democracia en Medio Oriente
«Israel se ha convertido – por medio de un arduo trabajo, ingenio, y por sobre todo, una dedicación a la libertad y al gobierno de la ley – en una democracia floreciente y multiforme con una economía ebulliciente, medios de
comunicación vibrantes y críticos, una cultura artística creativa y un compromiso a la igualdad basado en género, orientación sexual y raza.
Otros países en la región, que tienen más recursos naturales y cantidades similares de ayuda externa, han fracasado en la traducción de estas ventajas en beneficios para su pueblo.»
Alan Dershowitz en En defensa de Israel (Wiley, 2003)
Durante la mayor parte de los 56 años transcurridos desde su establecimiento, el Estado de Israel se ha mantenido como un oasis de democracia y pluralismo en una región caracterizada por sus regímenes autoritarios. Aunque algunos de ellos ofrecen diversos grados de derechos a sus ciudadanos, ninguno se acerca a los valores democráticos y libertades
occidentales que caracterizan la sociedad israelí. Algunos países en el Medio Oriente, como Siria e Irán, son rígidas dictaduras que se caracterizan por la represión interna y el apoyo al terrorismo en el exterior.
En algunos países árabes y en Irán, las minorías son oprimidas. En absoluto contraste, las minorías en Israel gozan de igualdad de derechos ante la ley y cuentan con el recurso judicial para plantear sus quejas cuando surgen problemas. Estas mismas minorías están representadas en la Knéset.
En varios de los regímenes árabes la mujer tiene prohibido ejercer cargos políticos o públicos: no puede votar y en muchas otras esferas de actividad está estrictamente limitada. En Israel la realidad es totalmente diferente: las mujeres cumplen funciones clave en todos los aspectos de la vida israelí. Lamentablemente el concepto de una prensa libre, libertad de expresión de las opiniones propias y difusión de una variedad de ideas y opiniones, no existe en casi ninguno de los países árabes, al igual que en Irán. Aunque algunas naciones árabes otorgan a sus ciudadanos una limitada libertad de expresión, directores de diarios y periodistas son frecuentemente encarcelados o castigados por publicar sus opiniones o dar a conocer hechos poco halagadores para del régimen. En contraste, Israel mantiene un ambiente abierto y vibrante en el cual sus medios de comunicación florecen.
Recientemente, han comenzado a soplar vientos de cambio en el Medio Oriente. Países como Afganistán e Irak, antes infames bastiones del totalitarismo, están empezando a mostrar señales de convertirse en noveles democracias,
gracias a los esfuerzos de Estados Unidos y otros países occidentales. Las elecciones llevadas a cabo por la Autoridad Palestinas son un indicio alentador de un avance hacia la emergencia de un liderazgo moderado que ponga fin al terrorismo y a la incitación, y lleve a cabo una reforma básica
en el actual sistema de la administración palestina.
Aunque muchos países árabes siguen siendo hostiles a la idea de una nación judía en su medio, la mayoría de ellos están avanzando gradualmente hacia la aceptación de Israel como un régimen verdadero y no simplemente un país aberrante y pasajero. La actitud de las naciones árabes hacia Israel ha
mejorado con el correr de los años. A pesar de haber rechazado inicialmente la legítima existencia de Israel, dos de sus vecinos: Egipto y Jordania, han firmado tratados de paz con Israel y se han desarrollado las relaciones entre ellos.
Un Medio Oriente carente de tensiones culturales y barreras económicas podría convertirse gradualmente en un objetivo real de la región a medida que los valores democráticos sean cada vez más predominantes en esas sociedades antes cerradas. Israel ha aprendido la forma de adaptar el ideal democrático a su singular sociedad y sigue optimista respecto a que el gradual avance hacia una mayor tolerancia por parte de las naciones del Medio Oriente permita que surjan las democracias en la región, con la esperanza que esos países se unan a la sociedad de naciones que colocan los intereses y derechos de sus ciudadanos muy en alto en la escala de valores nacionales. Esto también servirá a la causa de la paz.